sábado, 5 de diciembre de 2009

Tierra Santandereana










Tierra de Antonio Galán, de Alcantuz y Berbeo

que lleva en las entrañas valor como heredad

por ser receptora del fuego de Prometeo

que prendiera la lumbre de nuestra libertad.


Tierra comunera de la mujer valerosa

cual Manuela Beltrán que con sublime osadía

dio inicio a la contienda con actitud pasmosa

al rasgar edictos de inhumana tiranía.

En ciudades y aldeas de singular belleza

caminan los recuerdos de los viejos abuelos

que sembraron semillas con honor y grandeza

para que los párbulos lograran sus anhelos.


En caminos y en trochas con trinos de jilgueros

se observa a plenitud grandiosa naturaleza

la que encubre los sueños de peones y arrieros

que cultivan peñascos con valor y destreza.


De árboles frondosos y de viejos gallineros

cuelgan las salvajinas o barbas de San Pedro

las que llevan a su nido hermosos carpinteros

donde crecen los hijos con amor verdadero.


En el tiempo de molienda, en sencilla enramada,

se oyen tocar de noche con el tiple y requinto

la guabina, el bambuco, el pasillo y la tonada

en canto de peones que llega al infinito.


Su aire está impregnado con dulce olor a guayaba;

de nardos, de azucenas, de magnolias y rosas

que esparcen aromas al comenzar la alborada

cual perfume exquisito de mujeres hermosas.


¡Oh tierra de Santander de la hormiga colona,

del cabro, de la arepa, del mute y pepitoria,

de dama admirada cual verdadera matrona,

yo quiero que su comarca viva en paz y euforia.

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