Boyacá es la tierra de mis ancestros,
donde Bolívar forjó la libertad de América,
donde incólumes permanecen sueños
de alcanzar con mi Dios gloria y grandeza.
Es terruño precioso de alfareros
que con arte modelan la esperanza
de emancipar al pueblo de mohatreros
sin presión sin rencor y sin venganza.
Es comarca de inagotables suelos,
donde siempre germina la semilla,
es heredad de padres y de abuelos
vivir en Paz, sin odio y sin rencilla.
La variedad de colores en sus predios
hacen de su paisaje una pintura
donde el Señor usó todos los medios
para mostrar al hombre la hermosura.
Su noble gente de acento pausado
hacen del “Sumerced” una cultura
que del Zaque y del indio fue heredado
para entregar su afecto con ternura.
Al contemplar la nieve en sus picachos
parece al firmamento se extendiera
la belleza cual colcha de retazos
que con manos el hombre la zurciera.
Cuando pisa su suelo el forastero
el regreso no añora que existiera
mas prefiere morir de carranguero
que volver a vivir de una quimera.
Si pudiera expresar mis últimos deseos
quisiera al sepulcro bajar con tonadas,
que se canten torbellinos y bambucos,
que se oigan tiples, requintos y guitarras.
Y cuando llegue de mi viaje al cielo
le pediré al Señor la gran licencia
para volver a aquel hermoso pueblo
que me colmó de orgullo la existencia
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