martes, 7 de julio de 2009

Los caminos del tiple


El tiple es hijo de padre desconocido y madre reconocida. Nació en algún lugar de nuestra geografía. Nadie cayó cuenta en cuenta de bautizarlo, darle nombre, posición social, manutención o apoyo. Se distinguió por un apodo. Creció y vivió entre los humildes: mineros, campesinos, arrieros, artesanos. Nunca, durante su infancia, fue invitado a una fiesta de alcurnia. No podía entrar a las casas de la gente bien. Hasta hubo párrocos que lo expulsaron de las iglesias.
Pobre, anónimo y humillado, el tiple no se dejó abatir. Por el contrario, continuó creciendo, calando y adentrándose en el alma colectiva. Ayudó a los Comuneros en su grito. Acompaño a los Libertadores en las jornadas de emancipación. El adjetivo que traía como apodo se convirtió en nombre propio. El general Santander lo presentó en sociedad. Y llegó por fin a los encopetados salones, a las exclusivas salas de concierto. Sin abandonar al pueblo, siendo fiel compañero de bodas y funerales, en serenatas y despechos, el tiple se incrustó definitivamente en la vida de la nación, como símbolo y anclaje de la colombianidad.
Este libro es el recuento, nunca antes narrado, de esa larga peregrinación. El autor pretende que este trabajo expida la cédula de ciudadanía que nunca tuvo el instrumento y administre la confirmación de una presencia todavía activa y vigorosa. Es este el tiempo para hacerlo. No puede prorrogarse la omisión. Después, con el acelerado correr de nuestra deculturización, una tardía historia del tiple no serviría más que como testamento y extremaunción del más genuino patrimonio popular colombiano.



Lee toda la historia en el siguiente enlace:


DAVID PUERTA ZULUAGA